SITIOS DONDE ESPANTAN



Por estos días es muy trendy pagar una entrada a un parque de atracciones para que te den unos buenos sustos. Es decir, estamos pagando para que nos hagan soltar unos buenos gritos. Pero la verdad es que por más económica que sea la entrada para ver zombies, asesinos enmascarados con motosierras o payasos diabólicos, hay sitios donde puedes sentir terror, ¡y gratis!

Por ejemplo, ¿recuerdas cuando estabas en el colegio y te llamaban a la oficina del director en mitad de clase? ¡Eso sí que era para ponerse pálido! El equivalente en la vida adulta: tu jefe te llama para una conversación privada frente a todos tus compañeros de trabajo. Me ha pasado y se siente como un sudor frío recorriéndote el cuerpo. Más que ver la patasola.

¡Aún hay más! ¿Qué tal si hablamos de sitios donde te espantan cuando te llaman desde un juzgado o te requieren en la policía o la fiscalía? Eso sí que es terror en la vida real. Pero la reina indiscutible en esta categoría es si te llaman de inmigración y te piden que te bajes los "cuquitos" al ingresar a Estados Unidos. ¡Eso da mucho terror incluso para el que no tiene nada que ocultar!

¿Se puede sentir terror al caminar por la Carrera Caracas en Bogotá después de las 9 de la noche con un celular nuevo en la mano? ¡Esa es una aterradora experiencia! O cuando tu suegra te llama para una "charla seria" o cuando la DIAN te busca por tu deuda en la declaración de impuestos. ¡Eso sí que son pesadillas, y más caras que pagar por un susto en un parque de atracciones!

En los restaurantes te espantan cuando la tarjeta de crédito no pasa y no tienes cómo pagar. Es casi tan angustiante como quedar encerrado en una morgue repleta de cadáveres toda una noche o el equivalente más "soft": pasar horas y horas en la sala de espera de urgencias.

La lista sigue, ¿qué me dices de subirte a un taxi y darte cuenta, distraído, de que el conductor no se dirige a tu destino y está llenando un trapo con un líquido extraño? ¡Pánico total! O estar en la discoteca bailando y verla vaciarse de repente, o que de repente sientas que alguien te peina mientras duermes en tu propia cama. Y es una persona que no conoces.

El auténtico terror puede estar justo en la esquina de la realidad. Y muchas veces no se necesita un boleto de entrada para sentir el verdadero terror. ¡Con la vida cotidiana tenemos más que suficiente!

Mat

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