YO TAMBIEN PADECÍ DEL "PERRISMO"



Si hay algo que la vida me ha enseñado con certeza es que estar íntimamente con una persona extraña no le quita a uno la sensación de sentirse solo. Puede sonar un tanto fuerte, pero es una realidad que he experimentado.

En mis momentos más eufóricos y, paradójicamente, en los momentos en que me sentía más solo, arrasé con media Bucaramanga. Debo admitirlo, me di garra en mi etapa de "Perrismo". Deseaba encontrar a mi media naranja, y mientras esperaba que eso sucediera, me comí el frutero completo. Si bien no lamento esas experiencias, porque afortunadamente no dejaron mayores consecuencias aparte de mi reputación enredada entre sábanas, necesité tiempo para comprender que estaba buscando algo en el lugar equivocado.

En el fondo, anhelaba desesperadamente encontrar a alguien que me viera como algo más que un encuentro pasajero. Pero, paradójicamente, muchas veces terminaba convirtiéndome en eso: Un coleccionista de encuentros poco memorables y vacíos, que para ser franco hoy me cuesta recordar con claridad.

No voy a juzgar, ya que considero que en algún momento todos experimentamos esa etapa en la vida. Tener un fuerte impulso por llenar nuestra soledad a través de momentos de euforia y efervescencia. Aunque la clave no reside en encontrar a alguien más, sino en encontrarse a uno mismo.

Es ahí cuando uno puede tener intimidad con quien desee, ya sea por amor, cariño o simplemente por placer. En ese momento, cuando ya no hay un vacío interno que necesite ser llenado desesperadamente; tener intimidad se convierte en una elección consciente, en lugar de una búsqueda urgente.

Honestamente, si hubiera encontrado ese equilibrio en mi vida o si alguien me hubiera aconsejado que levantara el pie del acelerador, quizás no me encontraría con gente de mi pasado que ya no tiene espacio en mi memoria.

Mat

Post a Comment