SI NO ME ACUERDO, NO PASÓ




Números. Todo se reduce a ellos. El mundo gira en torno a esta entidad abstracta que representa una cantidad. Los días del calendario, los precios de los productos en el supermercado, lo que pesas, cuántos años tienes, el tiempo, la distancia. Todo. En cierta forma, estos símbolos que sirven para contar y establecer un orden de sucesión entre las cosas, pero posiblemente no son tan claros y precisos su los usamos para determinar ciertos aspectos de las relaciones personales.

Para ser preciso: ¿Con cuántas personas he llegado a la intimidad? ¿Usted lo tiene claro? ¿Tiene clara la cifra? sin decimales ni aproximados. Un número.

Difícil no?

Independientemente de su género, si tiene más de 25 años, ha crecido en un entorno de libertad y profesa una religión sin condenas, es probable que haya llegado a la intimidad con varias personas. Algo que no solamente es perfectamente normal, sino saludable porque forma parte de la experiencia humana, de explorarse, de saber que si y claramente que no.

Mi problema con esto de las cifras de intimidad, honestamente son dos:

La primera es que es que tengo memoria selectiva que me permite pasar por alto encuentros pocos memorables (O mediocres), entonces no siento tener una cifra exacta. Puedo recordar con mucha facilidad las experiencias muy buenas y las terribles, pero no las del medio. Teniendo en cuenta esta perspectiva, aunque el número de personas que puedo recordar es significativo, es posible que se me hallan escapado algunas. Así que ese censo sería una tarea compleja y, aún así, la cifra resultante no sería exacta.

La segunda, es que en mi opinión personal soy un poco laxo en determinar que es tener realmente intimidad con alguien. Porque tengo subcategorías que van desde una experiencia casual ardiente no consumada, un juego previo que acabó antes de tiempo o una conexión emocional de arrunche o netamente física sin mayores recuerdos, o también si fue real o un acto fingido virtual.

Además en este análisis, podríamos comenzar a considerar también la reciprocidad de las experiencias, reconociendo que lo que para uno fue significativo podría no haber dejado una impresión similar en la memoria de la otra persona y pudo haber sido fácilmente olvidado. Como quien dice puede que para usted hubo algo, pero para la otra persona no. Entonces ahí la cifra no nos va a cuadrar.

Como sea, en este tipo de cifras solo vale la pena rescatar la frase de la filósofa Natty Natasha, si no me acuerdo, no pasó.

Mat


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