DESCUBRI POR QUE LAS AMAS DE CASA FINALMENTE TERMINAN DESESPERADAS






La única razón por la cual uno se va de la casa de la mujer que lo trajo a este mundo es por que necesita su espacio, hacer sus cosas, conocer el mundo. Independizarse. Esa es la palabra que resume la razón por la cual uno abandona el mejor hotel que le ha podido ofrecer la vida.

Uno en el fondo no sabe que eso significa que va tener que agarrar el sueldo y repartirlo entre arriendo, administración, mercado, servicios y otra cantidad de webonadas que tiene que pagar cuando vive solo. Para quedarse con miserables pesos colombianos que deben servir para esos gusticos, los cuales uno se daba cuando vivía en la casa de la mamá cuando todo el sueldo uno lo gastaba… en uno. No me quejo mas por que puedo sonar como el Doctor Corzo y esta vaina termina convirtiéndose en una caja de pollos con tanta chilladera. Y que mamera.

Pues bien. Desde que abandone la casa de mi progenitora (Que es la mas alcahueta de las madres que ha podido parir la tierra) Nunca. Óigase bien Nunca fui independiente.

Entre el léxico del recién desterrado de su terruño existe un “lapsus obliugatorius” para poder ser realmente independiente. El mismo se traduce en una palabra que le facilita a uno la vida y sobre todo le anda pasito al bolsillo. Se llama ROOMMATE.

Esta palabra gringa que traduce compañero de apartamento es la manera mas sencilla de sobrevivir cuando no se tiene practica ni estrategia en eso de vivir solo y enfrentarse con el monstruo fiador, multa, data-credito, tarifa básica, mora y otra cantidad de vainas que honestamente cuando uno las va conociendo, suenan terribles. Pero que lamentablemente cuando uno madura se convierten tan corrientes como decir MI MAMA ME MIMA (y la mía mucho, por eso es que esta mierda me ha constado tanto trabajo)

Pues bien. Luego de vivir seis meses en la casa del ritmo, donde tenia los mejores Roommates mimadores del país (El Marranito y Paul) pero la peor habitación del apartamento. Me mude a vivir con un personaje un poco excéntrico pero debo admitirlo con un autoestima envidiable. (Amparo Grisales temblaría de solo conocerlo) Dicha convivencia duro los mismos seis meses que dure viviendo con mis últimos roommates, personas libres felices y demasiado “abiertas”.

En dieciocho meses he tenido que vivir mas trasteos de los que viví en toda mi vida. El primer trasteo lo hice en un taxi. El segundo en una camioneta, pero hace unas semanas. Cuando me “toco” y digo me “toco” por que yo no quería pero me “toco” no hallaba donde echar tanta vaina.

Así que luego de casi año y medio de independizarme, de vivir la webonadita de compartir apartamento. Me llego el momento de vivir solo. Total. Sin amigo en el cuarto del lado que me pida prestado condones o me lagartee las novias. Nada. Y sin platica extra para salir por que me toca la responsabilidad de mantener un hogar con un único miembro. Yo.

Fue entonces cuando descubrí por que las amas de casa están desesperadas. En estas ultimas semanas empezé a rayar mi tarjeta de crédito en lugares diferentes a almacenes o restaurantes. Ahora voy derechito al departamento de hogar y compro ollitas, individuales, ganchos, sillitas, mesitas de luz. Hasta me levanto en las mañanas temprano para alcanzar a dejar mi apartamento como una tacita de te.

La cocina? Limpia como un sol. Y el baño en mejor estado no puede estar. En estas semanas descubrí que las plazas de mercado son menos chic pero mas económicas que los almacenes de cadena y que el puto recibo del agua llega con dos meses de atraso. Que conseguir un fiador es casi igual de difícil a quedar elegido para entrar a una casa estudio de protagonistas de novela y que todo lo que mi madre hace de manera tan mecánica hace muchos años, a mi me esta dejando calvo.

Ya entiendo finalmente por que las amas de casa están desesperadas. Por que si no tengo a nadie que me joda la vida y tengo tantas responsabilidades no me imagino como seria el plancito de aparte de cuidar mi casa, también tenga que empezar a cuidar fidelidades!

Y los dejo, voy a echarle agua “Matilda” mi planta y a alimentar a “la niña” mi nuevo pececito que me trajo mi nueva vida

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