ONCE UPON A TIME I



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Un joven provinciano que llego a vivir en la gran ciudad...

Luego un mes de estar viviendo en una de las ciudades mas multiculturales en las que cualquier latinoamericano nacido en una ciudad pequeña pueda vivir. Hay muchas cosas que me agradan otras no tanto y otras tantas que generan mil interrogantes que espero con el paso del tiempo solucionar.

Para empezar, quiero aclarar que no me sacaron de mi tierra con espejo, y que paulatinamente fui evolucionando de ciudad de residencia. De una ciudad pequeña donde prácticamente las coincidencias son el pan nuestro de todos los días (Por que es inevitable encontrarse a los mismos en los dos únicos centros comerciales de la ciudad) Pase a vivir en una ciudad intermedia, donde las coincidencias solo se dan mensualmente y solo en los sitios nocturnos mas populares.

Ahora en una ciudad grande como Bogotá, todo es diferente. He notado como las coincidencias son casi milagros y como cumplir una cita se convierte en una ecuación física donde el espacio y el tiempo son la clave para lograr o no lograr su cometido.

Buscar un bonito apartamento se convierte en la búsqueda de un tesoro perdido, en un mapa publico que es tachado a conciencia en los periódicos del domingo desde muy temprano por miles de personas desesperadas que buscan donde echar raíces por un tiempo. O al menos mientras que se consigue un sueldo mejor para aspirar a tener algo con mas metros cuadrados.

Gracias a Dios y a esas maravillosas coincidencias de la vida. Encontré mi tesoro en uno de esos lugares populares de la ciudad. Uno de esas zonas donde las discotecas, los parques, el trasporte, los restaurantes y los jóvenes viven en una extraña comunión. Así que me doy por bien servido, después de haber visitado 34 apartamentos mas lleno de peros, hoy duermo tranquilo en el único que no los tuvo. (Bueno no tan tranquilo, cuando llega el arriendo se me desgarra el corazón y la billetera. Pero lo vale)

Si me preguntan como veo esta ciudad. Perfectamente podría decirle que esta entre la escala de grises hasta llegar a negro. No existe el día que no halla una nube sospechosa en el cielo con ganas de oscurecer el mas claro de los días. Los buses, busetas, taxis, colectivo y el humo de miles de fumadores que buscan calentar sus cuerpos y calmar sus adicciones deja una estela gris en el ambiente que se percibe a lo lejos por la séptima. Y el infaltable negro que hace parte del uniforme de los habitantes que salen desde muy temprano desde sus casas, para llegar muy tarde cansados de la rutina, el trafico y por supuesto del frio que hace ver a los amantes de mantener la tez bronceada bichos raros, por que aquí no hay ni clima ni tiempo para broncearse.

A pesar de lo lúgubre que pueda parecer, debo admitir que en el fondo la ciudad tiene su encanto. Por que debajo de las chaquetas, bufandas, gorros y guantes existen personas que han ordenado su vida de manera tan estricta e inequívoca que tienen tiempo para sacar dos veces al dia sus mascotas, dedicarle una hora al gimnasio, ir a fabulosos restaurantes y regalarle dos horas al trafico. Las dos horas que sagradamente se las podría dedicar un ciudadano de ciudad pequeña o intermedia a la tan anhelada siesta.

Las expresiones culturales al parecer están a al orden del día. Las subculturas, los artistas, los seudo-aristocratas, la farandula y hasta los extranjeros hacen un alto contraste en los millares de grafitis. Algunos muy elaborados, otros muy subversivos y otros nada estéticos que adornan y en otro caso ensucian el paisaje de una ciudad invisible para muchos por que están sumergidos en la rutina, pero fascinante para mi, que aunque este caminando parezco perro de rico embobado con cada cosa que me muestra una ciudad que todos los días me muestra algo sorprendente y que muchos siquiera nota que existe, por que siempre ha estado ahí.

Ser el nuevo en una ciudad donde uno siquiera hace parte de la estadística muchas veces es aburridor, agotador y extenuante. Pero en el fondo tiene su encanto por que se le puede encontrar un gran significado hasta lo mas insignificante. Supongo que ese podría ser un secreto para ser feliz en la vida, o al menos en una gran ciudad como esta.

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